El aire acondicionado es un lujo necesario. Durante miles de años antes de la invención del aire acondicionado en 1902, los humanos sobrevivieron a altas temperaturas y humedad construyendo refugios de protección y limitando su actividad durante las épocas más calurosas del año. El aire acondicionado nos pone en control de nuestra vida y nos libera de la incomodidad, el riesgo y la incertidumbre del clima.
Sin aire acondicionado, tendríamos que vivir y trabajar de manera diferente: sin centros computarizados, ni Internet, ni grandes edificios de oficinas, ni fútbol, etc.
La disponibilidad del aire acondicionado permite a los arquitectos considerar la construcción de geometrías que no eran posibles cuando era crítico que todos estuvieran cerca de una ventana. Esto permite placas de piso más grandes que fomentan la colaboración y permiten las altas densidades en nuestras ciudades.
El aire acondicionado hace posible construir el centro de datos que impulsa el comercio, Internet e investigación. Sin aire acondicionado, perderíamos nuestra capacidad de trabajar y comunicarnos como una sociedad moderna.
El aire acondicionado permite que muchas personas se concentren en un mismo lugar. En los últimos 30 años, la proliferación de instalaciones deportivas con techos fijos u operables ha cambiado la forma en que experimentamos los deportes lo que ha permitido su expansión en todas las regiones de México, desde las más calurosas, hasta las más lluviosas.
Los ingenieros ahora están trabajando en diseños que harán posible que multitudes de más de 80,000 personas experimenten deportes de espectadores en las arenas cálidas del desierto.
El aire acondicionado no solo es un lujo, también es parte importante de nuestro desarrollo como seres humanos.
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